El 31 de enero, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, denunció a los escépticos de Carvativir, las "gotas milagrosas" que, según él, neutralizarían el COVID-19. Maduro acusó a sus críticos de una "campaña de odio, venganza y mentiras". Eso es engañoso. Maduro ha ofrecido pocas pruebas científicas de que el medicamento funcione como se afirma. El ingrediente activo es un extracto de la hierba tomillo. Además, la credibilidad del laboratorio Labfarven, que fabrica el medicamento, y del equipo que está detrás de Carvativir ha sido puesta en duda. Los periodistas de investigación del portal venezolano Armando.info informaron que Labfarven estaba registrada anteriormente como una pequeña tienda de repuestos para automóviles, Miami Customs and Accessories. Uno de los investigadores detrás de Carvativir es Raúl Ojeda Rondón, ingeniero químico. El sitio web independiente El Pitazo dijo que Ojeda Rondón fue arrestado en 2018 por corrupción mientras era vicepresidente en una filial de PDVSA, la compañía petrolera controlada por el Estado. Según Armando.info, Ojeda Rondón también fue sancionado por EE.UU. por sus vínculos con Tareck El Aissami. EE.UU. ha acusado a Aissami, ex vicepresidente ejecutivo de Venezuela, de tráfico internacional de drogas. Solo dos reportes, ambos firmados por Ojeda Rondón, han tratado de demostrar la eficacia de las “gotas milagrosas”. Uno publicado en Scribd, que ya desapareció de la plataforma y otro sobre el estudio de fases clínicas que está disponible en Amazon por $5.