El 15 de octubre, la Organización de los Estados Americanos (OEA) denunció las persistentes violaciones de los derechos humanos en Nicaragua. La OEA instó al presidente Daniel Ortega a liberar a los presos políticos, restablecer las libertades y respetar el Estado de derecho. Pero cuatro días después, Ortega rechazó las afirmaciones de que los presos políticos eran torturados en Nicaragua y las tildó de "mentiras". Dijo que "Siempre hay presos que se inventan que están siendo torturados". Además que “inventan cosas simplemente para crear una imagen negativa de Nicaragua ante los organismos internacionales dirigidos por los yanquis". En base a las numerosas denuncias de tortura que existen, esta afirmación es falsa. Bajo el mandato de Ortega, el país se ha enfrentado a un amplio escrutinio internacional por abusos de los derechos humanos. En abril de 2018 estallaron protestas que fueron recibidas con una respuesta violenta y letal. La organización Human Rights Watch dijo que muchos de los detenidos en las protestas fueron torturados, incluso con descargas eléctricas, asfixia y violación. Hasta septiembre de 2019, 651 personas murieron, casi 5.000 resultaron heridas, 516 fueron secuestradas y 853 desaparecieron, según un grupo pro derechos humanos nicaragüense. El grupo Monitoreo Azul y Blanco publicó un video de prisioneros que describen torturas y malos tratos. El 30 de septiembre, más de 50 presos iniciaron una huelga de hambre para exigir su libertad. Algunos incluso se cosieron los labios.